jueves, 21 de abril de 2016
El caos
Como su demagogia no tenía límites, las crónicas de sucesos no podían darle más pábulo aunque quisieran. La paradoja de la acumulación informativa es que más es menos. Sus intrigas palaciegas, negociaciones de despachos y trampas tributarias acababan por hacerse reiterativas. De tanto oír sus desmanes y abusos, ya no impresionaban. Más corrupción, más mentiras, más represión, más injusticias, no aumentaban la indignación, sino que la anestesiaban. La hartura provocaba siesta. Impertérrito, Xindansvinto tenía una habilidad... y la sabia costumbre de marcharse de las reuniones siempre el último.
Categorías:
Arte,
Historia,
Xindansvinto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
parece venezuela...
ResponderEliminarIgualito al patio de monipodio español.
ResponderEliminar«El público prefiere reconocer que conocer. Reconocer es un juego; conocer implica un esfuerzo». Jean Cocteau.
ResponderEliminarTodo esto me suena mucho...Saludos.
ResponderEliminar