lunes, 12 de noviembre de 2012

La lectora salvaje

Lo de salvaje no lo digo como sinónimo de voraz en sus lecturas. Tampoco salvaje en el sentido en que eran salvajes los detectives poetas de Roberto Bolaño. Ni con el significado de bárbaro, destructivo, de arrancar páginas a los libros o pintarrajearlos y subrayarlos, como hacen algunos usuarios de biblioteca desconsiderados. Ella es salvaje en el sentido que dio Rousseau al mito del "buen salvaje": el salvaje, el hombre sin civilizar, sin corromper, que representa la humanidad en su estado natural. Ese espejo nostálgico donde la sociedad, desencantada, busca su naturaleza perdida, su inocencia adánica.

Mi lectora salvaje se relaciona con los libros de forma natural. Los coge de la estantería, los cambia de sitio, los abre, los hojea, los abandona cuando se aburre. No siente ante ellos reverencia, ni miedo, ni complejos. No los considera algo extraordinario. Ni mucho menos imprescindibles. Ni fuente de prestigio. No se plantea si tiene pocos libros, si querría tener más, tenerlos todos. Es tan salvaje que para ella aún no se ha inventado la escritura. Los relatos son orales, son cuentos, son canciones. Cuando me pide que le lea un cuento, cuando sigue las ilustraciones, se identifica con el relato de forma automática, rutinaria, no por una necesidad de evasión, de sueño, de huida de la realidad, de pretender otras vidas más soportables, más ricas.

No es que quiera ser la protagonista de los cuentos; es que ella lo es siempre, porque su mundo es pequeño, y de qué otra cosa va a hablar un libro sino de ella. Los libros, todos, hablan de ella, y de sus cosas, del perro que hace guau, de la hormiga, y de la luna, y de un papá con gafas. Cuando aprenda a leer, irá siendo cada vez menos salvaje, porque enseñar a leer implica, inevitablemente, una forma de leer, una orientación, y no me refiero ya a leer de izquierda a derecha, ni a las normas gramaticales, sino a una forma de leer como otros leyeron antes que nosotros, lo que a veces nos agranda pero otra nos limita.

Mi pequeña salvaje, cuando termino de leerle el cuento con que se va a la cama, siempre me dice "más, más". Nunca es suficiente, siempre quiere más. Ese es otro rasgo del lector salvaje que podemos envidiar. La insaciabilidad de quien tiene toda la vida por delante para leer, quien tiene los años que a nosotros ya nos faltan, y aún así quiere más. Más.

8 comentarios:

  1. awwww, mi lectora salvaje, ya no es salvaje, ya censura... :(

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  2. No se apure, que aún le quedan muchos territorios salvajes por descubrir, por conquistar, por habitar. No se pueden transitar todos los caminos a la vez y en toda ruta hay orillas, intemperie, soledad, sorpresa... Son muchas las posibilidades de sentirse salvaje, y aún quedan cuentos por inventar.

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  3. Sería, en todo caso, la lectora perfecta, hasta que comience a padecer, también, sus propios errores...

    Saludos

    J.

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  4. Errare humanum est, perseverare diabolicum.

    Salud.

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  5. Los niños confunden la palabra con la cosa misma
    El relato es como la vida
    yo comentaria cosas de mis sobrinos-as ...pero el texto lo explica mejor,
    Saludos

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  6. Finalmente llegué a tu blog, leyendo el de Mentesinvisibles. El que comentario que le hiciste en unos de sus posta me pareció interesante y aquí me tienes. Me gustó bastante las metáfora de la lectora salvaje. Tiene una profundidad particular. Hace mucho que leí a Rosseau, y no recordaba esa frase célebre del buen salvaje. Te felicito. Ahora mi comentario: es mejor dejar la naturaleza salvaje, inalterable, dejándola encontrar su propio destino. En esa disyuntiva yo quisiera encontrar a la amante salvaje.

    Un saludo.

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  7. No he podido encontrar el
    enlace de seguidores.

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  8. Menteinvisible: No son los únicos que las confunden, los políticos profesionales también (y no inocentemente); aunque los cachorros humanos tienen más gracia, ¡dónde va a parar!

    Carlos: Gracias por visitarnos. Esa amante salvaje que usted busca sin duda está en Cintruéñigo. Precisamente lo íbamos a explicar con más detalle en un próximo documento.

    Sean ambos bienaventurados y vuelvan cuando lo deseen. Salud.

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