martes, 23 de noviembre de 2010

Bombas contra la censura


La imagen superior está hecha por Toru Yamazaki, un artista siberiano de la noche, de esos que han vivido tantos excesos que lo normal ya no les satisface y buscan exagerar sus pinturas, hasta volverlas histriónicas, grotescas. Por un lado desprenden sexualidad, y por otro lado esa sexualidad se transforma en fealdad.

Se habrán dado cuenta con asombro que los primeros planos de los aparatos genitales quedan siempre difuminados con una mancha borrosa. Ocurre ello por un extraño sentido de la censura de Paranoia, que pese a permitir el consumo de películas o revistas pornográficas, prohibe el dibujo explícito de penes o de vello púbico.

La influencia paranoica como centro neurálgico histórico hizo que el resto de federaciones marcianas adoptaran medidas similares. Sin embargo, hecha la ley, comenzó el mercado ilegal, y rápidamente el Ejército de Demonios Tentaculares comenzó a aparecer en todos los lados (pues tentáculos nunca tienen por qué faltar).

UN ENIGMA CRIMINAL

Una banda de asesinos a sueldo con participación de ex militares actúa impunemente desde 1987 distribuyendo este tipo de arte. La 'mafia' del Ejército de Demonios Tentaculares ha enviado ya ochenta paquetes bomba y ha matado a cuatro empresarios.

Defensa y Guardia Imperial, aunque por caminos distintos, se centraron en la hipótesis de una guerra entre vendedores de ordeñadoras. Consideraron como principal sospechoso a Agustín Cerezo, que había tenido relaciones comerciales, en algunos casos espinosas, con tres de los receptores de las bombas.

Tras conversar con el general Francisco Virgulillas Felices, entonces director general de política de Defensa de Paranoia (asesinado en Hoyales en julio pasado por mercenarios siberianos), el militar aconsejó «olvidar y perdonar». Jerzy Dudek, el juez de Cintruéñigo que investiga hoy este caso, centra sus pesquisas en guardias imperiales del servicio antidroga, en técnicos de homologación de ordeñadoras, en mujeres violadas, etc.

El ex militar, por su parte, considera que se trata de una guerra empresarial, y apunta como sospechoso al industrial Agustín Cerezo, también dedicado al negocio de las ordeñadoras, que luego acabó detenido y acusado de tráfico de drogas.

Una intervención telefónica de la policía judicial sobre Cerezo reveló su estrecha relación con la Guardia Imperial marciana: desde Chipiona, donde también tenía negocios, habló con su hermano, residente en Bilbo (capital de la Confederación de Pueblos Nómadas de Cintruéñigo), quien le informó que un capitán de la Guardia Imperial encargado de investigar la serie de bombas le había dicho: «Ellos [mandos de la Guardia Imperial] no quieren pruebas; lo que quieren es información, [y me han pedido] que no hagamos ningún tipo de gestión porque a lo mejor se vuelve contra nosotros».

Es más, el hermano de Cerezo advierte a éste de que están pinchándoles los teléfonos, y le reitera el mensaje: «Las cosas van bien y lo que quieren es que no te metas tú en jaleos, que simplemente les des información y que no te metas en nada más».

El sospechoso inicial, Cerezo, fue detenido el 14 de marzo de 1991 tras encontrarse 160 kilos de ácido bórico dentro de varias ordeñadoras que almacenaba en Fuentelisendo. Guardia Imperial y Defensa, según sus respectivos informes, descartaron su implicación en los envíos de las bombas, así como la hipótesis de la guerra comercial, incriminando por el contrario al ex general Francisco Virgulillas Felices y al magistrado Jerzy Dudek, como cabecillas y máximos responsables de los crímenes mafiosos del autodenominado Ejército de Demonios Tentaculares.

2 comentarios:

  1. Había oído hablar del tema, pero pensé que se trataba de una leyenda.

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  2. Ya sabe que esto está escrito, y lo escrito escrito está. Salud.

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