jueves, 19 de junio de 2014

La obligada pleitesía a Felipe Sexto

Instrucciones para triunfar en el periodismo
Eduardo Galeano

Finalmente, tras una precipitada deliberación, los senadores del Imperio Marciano lo refrendaron mediante una ley orgánica: un nuevo monarca, Felipe de Sextercius, sería su embajador occidental. Más conocido, sin embargo, como Felipe Sexto, haciendo caso omiso a la etimología y la función implícitos en su verdadero nombre; el armisticio de Tourmalet obligaba al pueblo octopusiano a integrarse en Sextercius, por lo que su nuevo máximo representante ante el Imperio Marciano lo era también de todo Octopus.

Así las cosas, se dice que Felipe Sexto contó con el beneplácito de Xindansvinto; si bien éste se aseguró de no ostentar cargo alguno en el momento de su coronación para no tener que rendirle pleitesía. «No hay que confundir pleitesía con cortesía», según dijo. «Para mí es como un hijo y así se lo haré saber», aseguró sin poder ocultar su franco malestar ante la actitud díscola de sus hijas.

Para prevenir incidentes con los gatos, no fuera a ser que tirasen algún tiesto en el desfile de investidura, se dispusieron más de 120 francotiradores francófonos en las azoteas. Otrosí, dado que ser tan alto mandatario de Sextercius era más que nada una cuestión de cojones habida cuenta del belicismo imperante (nunca mejor dicho) en el Imperio, el protocolo para la proclamación de Felipe de Sextercius también incluía en la ceremonia que se sentara en un trono agujereado en el centro para comprobar que los tuviera. Tras lo cual, él mismo seguiría tocándoselos sin pudor ni disimulo.

El hasta entonces Jefe Supremo de Octopus se mantuvo al margen pero vigilante. Los cronistas describieron a Xindansvinto «entronado, con sus guantes grises, en una silla brocada, con el alma reseca y vacío de esperanza, muy viejo y cansado, pero inspeccionando la escena con un aire cínico y casi pícaro». Como buenos cortesanos alabaron por enésima vez la argucia de su abdicación. No en vano, su apuesta por un gobierno tecnocrático formaba parte de una estrategia política populista dirigida hábilmente y que, revitalizada bajo consignas posmodernas, amenazaba con ser, nada más y nada menos, antesala del totalitarismo y soporte de una emocionalidad que rechaza los cauces deliberativos racionales, a pesar de sustentarse precisamente en un modelo de legalidad institucional representativa.

Y es que la proclamación del nuevo monarca de Sextercius no alteraba dichos planes, sino que, muy al contrario, formaban parte de ellos.

4 comentarios:

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