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Sarah Ywa es la madre ancestral. |
Para explicar la presencia de este hueso, los acólitos del Octopus Dei habrían creado el mito de que al hombre común le falta un hueso que sí tienen otros animales, porque Super Dios se lo quitó al primer varón humano (Adamneo) para crear a la primera hembra humana (Sarah Ywa). Ese mito quedó registrado en el Libro del Génesis de la Biblia Marciana.
El jefe Gumerxindo estaría emparentado con el linaje de la primera mujer, Sarah Ywa, que no necesitaba varón para procrear aunque también pudiera reproducirse sexualmente; y el apellido Saraiva no sería sino una derivación lingüística del nombre bíblico de su madre ancestral. La elaboración de esta hipótesis no resulta tan descabellada habida cuenta de que el propio Xindansvinto se jacta de su noble linaje por ascendencia materna a causa de su genoma ribosómico mitocondrial.
Siguiendo el texto bíblico, el versículo 2.21 sería una explicación acerca de cómo se le quitó ese hueso al primer hombre. La elección del hueso peneano por el sumo cirujano universal sería obvia debido a su mayor relación con la paternidad que una frágil costilla. La costura de carne que se menciona podría referirse al rafe, la “costura” embrionaria que se percibe en el pene y el escroto. El texto sagrado no tenía palabras para referirse al pene, por lo que se tuvo que utilizar otra palabra. El término que se utilizó para el ‘hueso’ podría referirse tanto a un soporte estructural como a la parte dura y compacta que está en el interior de algunos frutos y en la cual se contiene la semilla. De esta forma, el sumo hacedor, que amén de cirujano veterinario era también agricultor, sembró el hueso extraído y lo plantó en la tierra; y de aquel lugar surgió Sarah Ywa, Хауа Ана, Hawa, Eva...
«Adamneo abrió los ojos. Estaba desnudo y acurrucado, se despertó con la sensación de que algo le faltaba. Nunca le había pasado algo así. A pesar del dolor que le impedía caminar más aprisa, sintió que debía apresurarse a buscarlo desesperadamente, sin saber lo que iba a encontrar. Después de un rato, Adamneo enloquecía, no sabía qué era lo que le pasaba, el corazón se le aceleraba, sus manos le temblaban y sentía un nudo en el estómago como si necesitara abrazar con ansia un cuerpo distinto al suyo. Por fin la encontró, recién surgida de la tierra, Sarah Ywa, hermosa y rotunda, mitad mujer mitad árbol de la vida, pues sus raíces vegetales no eran leñosas sino fuertes tentáculos que aún permanecían hincados en el suelo.»
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Estatuilla del jefe Saraiva en una fiesta de aceite. |
La primer imagen me llevó directamente a Dafne y Apolo.
ResponderEliminarSin duda la historia de Dafne y Apolo es otra versión del mismo mito. Lo cual nos lleva a concluir que la realidad es susceptible de interpretarse de muchas formas, pero la ficción es una sola.
ResponderEliminarGracias por sus latidos, siempre tan dulces.
No tengo una opinión formada sobre el tema, quizá porque necesito más información y, en ese caso, seguir leyendo tus texto.
ResponderEliminarSaludos y buen 2013.
J.
Todo ha quedado claro para mi.
ResponderEliminarJosé: Nos complacen sus buenos propósitos. Saludos.
ResponderEliminarAdriana: Nos alegra saberlo. Seguiremos pues en nuestro afán de dilucidar arcanos. Besos.
La lluvia de la cabeza se me fue calmando. Que suerte un día como hoy! Que solo llueve afuera, y lo rico que huele!
ResponderEliminarY es que la naturaleza tiene esas cosas...
ResponderEliminar¡Qué bella aportación a nuestro relato!