domingo, 10 de febrero de 2013

Xindansvinto, el mejor alcalde del mundo

Según los anales de la prestigiosa y libérrima “The City Mayors Foundation”, Su Alteza Municipal e Ilustrísimo Señor Jefe Supremo de Octopus Xindansvinto fue proclamado en vida el Mejor Alcalde del Mundo. Tanto ringorrango para su molicie no resulta sorprendente pues incluso la codiciada distinción de emperador marciano le fue reconocida a título póstumo. Como inolvidable padre putativo, Xindansvinto fue efectivamente el mejor alcalde del mundo.

Del mundo, del sistema solar, de la galaxia y, por ende, del universo. Y es que no sólo fue el mejor Jefe Supremo que haya tenido Octopus, también fue la mejor persona, el tipo más elegante, el más chirene, el más generoso, el más humilde, y hasta el más guapo. Y mejor paramos aquí, porque a Xindansvinto no le hubiera gustado nada ser adulado y no queremos ser tachados de tiralevitas.

Sabemos que para Xindansvinto fuimos como sus hijos e hijas y, de hecho, existe algún documento fonográfico donde se le oye gritar: «¡Los comparseros son todos unos hijos…!» (no nos consta el final de la frase pero seguro que es “míos”). La cosa es que sus súbditos, gracias a tener el padre alcalde y para que no se acatarraran por el mal tiempo, vieron acortado el desfile de comparsas previsto para el merecido homenaje a Xindansvinto; el cual, a cambio, les regaló una ocurrente escenificación amenizada por juglares reclutados para este fin (el consabido 'menester de juglaría'). Por otro lado, en el caso de que las cosas no hubieran discurrido como ordenó, Xindansvinto estaba dispuesto a mandar a unas dotaciones de la Guardia Imperial para calentarles y de esa manera evitar desagradables constipados. Tanto paternalismo nos abruma…

En el cuadro, un óleo sobre tabla pintado por el maestro Mikel Aingeru Buonarrotti, podemos observar a Xindansvinto en actitud laboriosa y humilde, con gesto preocupado ante la crisis que nos asola. Casi inadvertida pasa la Makila de Alcalde, que trata de ocultar tímidamente, al igual que la Cruz de Caballero de la Legión de Honor, apenas perceptible si no se es muy observador. Su rostro se oculta tras un antifaz carnavalesco, conjunción de su inexistente afán de protagonismo y su gran espíritu festivo y zaragatero.

5 comentarios:

  1. Usted es un vidente. Me asusta. ;)

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  2. Un gran alcalde el tal Xindansvinto. Por suerte no nació en Argentina, o se hubiera echado a perder muy pronto...

    Saludos

    J.

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  3. Adriana: No se asuste. Como estas crónicas atraviesan la octava dimensión, ocurren estas paradojas espaciotemporales. Es por ello que nuestros escribas relatan en su presente algo por acaecernos como si ya hubiera sucedido. Pero, a pesar de nuestra renuencia a la abdicación, no son crónicas de ultratumba las nuestras.

    José: ¿En su mundo también? 'Historia' es una palabra extraña. Denota al menos dos cosas: lo que ha ocurrido realmente en el pasado y la leyenda en torno a lo sucedido. La palabra 'historia' significa también, en diversos idiomas, 'cuento'. Podría decirse que la historia es el cuento que los vivos hacen de los muertos. Y nuestros escribas, con su habitual ironía...

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  4. No es por restarle importancia, pero es que, viendo los gobernantes que hay por el mundo hoy día, no hace falta ser muy bueno, para ser el mejor. Sólo, con que sea buena persona, muchos se conformarían. Aunque claro, visto desde otro punto de vista, y teniendo en cuenta los documentos oficiales de nuestra época, parece que sí es complicado, porque ninguno lo es, y mira que abundan. ¡Qué follón!

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  5. Devastiel: ¡Quién sabe! Imagine a que tipo de conclusiones se podría llegar si se tuviera en cuenta lo que no dicen los documentos oficiales...

    Ahora bien, considerando lo importante, y viniendo de usted, nos halaga sobremanera que alabe nuestra faceta concupiscente. Así al menos hemos entendido su admiración final.

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Cualquier cosa que nos diga es una gran aportación. No se modere, nosotros no lo hacemos. Utilice los medios a su alcance, sus expresiones más bizarras (no importa como entienda esto). Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Rompa el aislamiento.