viernes, 31 de octubre de 2014

La diáspora de las tribus deportadas por el imperio

La segunda gran deportación marciana.
Octopus fue poblado por tribus rebeldes y a su vez pobló parte del Nuevo Mundo, lo que marcó su evolución y adaptación como sociedad históricamente documentada. A inicios de nuestra era el Imperio Marciano deportó a miles de personas, miembros de tribus insurrectas, como medida ejemplar, punitiva, para desarraigarlas y colonizar nuevos territorios.

Las fuentes escritas persas, junto con los hallazgos arqueológicos y las informaciones geográficas, paleoambientales y etnohistóricas, han actualizado la visión de la etnología tribal en su ámbito dinámico al señalar la deportación de colectivos tribales durante la antigüedad, grupos humanos desconocedores de la navegación procedentes de Persia que debieron ser trasladados a los Sextercius marcianos cruzando el mar de África.

En el siglo I comenzaron las hostilidades contra el Imperio Marciano. Los indígenas africanos se aliaron con las tribus de Corcos autóctonas que no aceptaban la invasión y se trasladaron a las montañas. Para mitigar esta segunda insurrección el emperador envió a Paulino, el primer jefe militar en traspasar la cordillera de Tourmalet donde alcanzó a los miembros de las tribus rebeldes. Para escarmiento de los venideros y porque el delito cometido no quedase sin castigo, mandó cortar las cabezas a todos los que habían sido caudillos principales de la rebelión; y a los demás, porque no fuesen por ventura causa de otro motín en toda aquella generación, ordenó cortar sus lenguas, para que donde quiera que fueran no supiesen referir ni jactarse que en algún tiempo estuvieron contra el imperio.

En esta época las tribus irredentas sometidas eran deportadas a otros enclaves situados a centenas de kilómetros y así se desplazó a miles de personas, hombres y mujeres cuyas lenguas habían sido cortadas, por rutas terrestres y marítimas. Una medida ejemplarizante para desarraigarlas sin esperanza de retorno y también para colonizar nuevos territorios. Además Paulino, con la aquiescencia del Senado, estableció una línea divisoria en el mapa de Corcos entre los territorios rebeldes y los sometidos al imperio: los Octopus al norte, concebidos como un vasto presidio, y los Carrampos al sur, respectivamente.