lunes, 26 de junio de 2017

Manifiesto Plagiarista de la Confederación de Pueblos Nómadas de Cintruéñigo

1.- El plagiarismo y el humor son cosas muy serias.

Son tan serias que, si alguien se las toma a broma, se convierten en una tragedia. Es solo cuestión de tiempo; mientras tanto, los plagiaristas podan sus viñas.

2.- Una obra plagiarista es como un juego de niños.

Antes de empezar el juego, un primer niño pregunta cómo se juega. Durante el juego, un segundo niño invierte las normas. El juego termina cuando un tercer niño empieza a llorar.

3.- Tiempo = Comedia – Tragedia.

— Como dijo Woody Allen, «Humor = Tragedia + Tiempo».
— ¡Eso es una parida! Y no lo dijo Woody Allen. Lo dijo Alan Alda en Delitos y faltas, interpretando un personaje hipócrita y arrogante que representaba la antítesis de los valores de honestidad e integridad encarnados en el personaje interpretado por Woody Allen.
— Pues mi libro de frases célebres dice que lo dijo Woody Allen.
— Entonces vale, siempre suele ser mejor el libro que la película.

4.- El plagiarismo es una tradición oculta y universal.

El plagiarismo es nómada, no tiene fronteras ni lenguas; está enraizado en el proceso social, el sentido de comunidad y el reconocimiento de que la sociedad es algo más que la suma de individuos pasados y presentes que la constituyen. La escritura plagiarista se asemeja al principio de incertidumbre enunciado por Werner Karl Heisenberg. El plagiarista lee y si le queda tiempo escribe sobre lo que ha leído. Vuelve a leer lo leído y a escribir lo escrito, y es incapaz de distinguir cuál de las sombras que le rodean le pertenece. Aunque los plagiaristas conocen la naturaleza de su literatura, esta naturaleza varía durante el acto de la escritura y se vuelve incognoscible.

5.- El plagiarismo es un rompecabezas.

Cuando los escribas plagiaristas copian, ninguno de ellos lo hace con intención de que lo que escribe sea suyo. Son copistas nómadas que practican el trueque. Imprimen su sello en el estilo de los demás porque los admiran y quieren saberse capaces de armar textos en un juego en el que no hay autor pero sí un secuestro del arte de aquellos. De hecho, el término 'plagio' deriva del latín plagium, que significaba secuestro y que contenía el vocablo plaga que venía a utilizarse para referirse a una trampa. El plagiarismo es una trampa para patos; esconde sus triunfos tocando la trompeta hasta que el mismo concepto de autoridad pierde sentido.

6.- El plagiarismo es una brecha en mitad del territorio.

Cualquier elemento, no importa su procedencia, puede servir para hacer combinaciones nuevas. Cuando se ponen juntos dos objetos, no importa cuan alejados puedan estar sus contextos originales, siempre se crea una nueva relación. La interferencia mutua de dos mundos de sentimiento, o la reunión de dos expresiones independientes, sobrepasa los elementos originales. El plagiarismo es una brecha en mitad del territorio por el que deben transitar todos los pueblos nómadas del siglo XXI. ¿Y cuál es ese territorio? El mismo de siempre, pero distinto, que es una forma de decir que nadie lo sabe. Las calcomanías, no obstante, provienen de Atlántida.

7.- En el plagiarismo hay de todo como en botica.

Hay muchas formas de interpretar la realidad, pero la ficción es una sola; es decir, que todo está escrito; es decir, que todo está por escribir. Como nada de lo que sucede se olvida jamás aunque no podamos recordarlo, los plagiaristas siguen escribiendo a pesar de saber que todo ya se encuentra en las infinitas salas de la biblioteca de Babel. El plagiarista se comporta como un farmacéutico sin titulación que no investiga ni prescribe, pero es quien otorga el acceso a la medicación conveniente. Nosotros le entregamos una receta, y él nos da la espalda y abre un cajón al azar. De ahí saca una caja, pero antes de entregárnosla advierte: Lea detenidamente el Manifiesto Plagiarista. Como todos los movimientos, el plagiarismo puede tener efectos secundarios, y estos son competencia exclusiva del lector. En caso de duda, dude.

8.- El plagiarismo no sirve para nada.

Los escribas plagiaristas no sirven para nada. La literatura entera no sirve para nada que no sea ofrecer el placer que produce. La literatura sólo sirve para la literatura, y para el plagiarista eso es más que suficiente. Pero la mejor literatura acaba sirviendo para algo más, y esa se escribe como si no fuera a servir para nada. O, al menos, no se escribe bajo la losa de su utilidad inmediata, sea ésta política, moral o económica.