domingo, 21 de junio de 2015

martes, 2 de junio de 2015

Xindansvinto, ahí en eso

No toda la diáspora octopusiana era marciana. Algunos, de modo voluntario o forzado, habían cruzado el mar de América para trabajabar como esclavos en las costas orientales del Imperio Ortodoxo. Fueron estos últimos precisamente los que desencadenaron uno de las más abyectos desmanes de Xindansvinto en alianza con su homólogo submongol George W. Khan.

El carismático George W. Khan
creó un imperio dentro de otro.
Xindansvinto mantenía muy buenas relaciones personales con Fuentelisendo, sobre todo de índole económica. Oficialmente Castillos de Arriba y Octopus seguían con sus inveteradas disputas territoriales, pero parecía que la élite plutocrática de la histórica capital hubiera entendido que «de aquellos Corcos venían estos lodos» para abrazar los turbios negocios de Xindansvinto. El pueblo octopusiano ignoraba esta realidad, debido en parte a que los omnipresentes medios de comunicación conseguían embrollar las noticias con manipulaciones y primicias absurdas para no perder su cuota de mercado, dejando que las ideas, compromisos y valores cayeran en las garras de la publicidad y de los sondeos formadores de opinión. En Cintruéñigo, sin embargo, se estaba desarrollando un cierto clima social que, idealizando los estatutos de la ciudad, cuestionaba la república despótica y los chanchullos de Xindansvinto. No en vano, La Teja de Medianoche había servido de modelo normativo tanto en la Confederación de Pueblos Nómadas de Cintruéñigo como en la República Democrática de Cintruéñigo Oriental, una vez que estos territorios perdieron su vinculación a Octopus con el mapa que el Imperio Marciano impuso en Sextercius tras el armisticio de Tourmalet. Para desactivar este conato de rebeldía interna, a Xindansvinto le vino que ni pintado apelar al intervencionismo imperialista; aunque para ello tuviera que sacrificar a los suyos aliándose a un caudillo no menos arribista que él mismo.

Mientras tanto, en el otro extremo del mundo, George W. Khan aspiraba a liderar su propia república desgajada de Ortodoxia, pero precisaba de una intervención militar y una alianza marciana. Ambos gobernantes coincidían en que sólo ellos podían decir falsedades a enemigos y conciudadanos «en beneficio de la ciudad». Más allá de la retórica ciudadanista, había que integrar a la población sometida; esa bisagra humana era necesaria y la estrategia era crear lealtades que participasen activamente cuando fuera preciso. Xindansvinto lo llamaba «acción política».

En el Imperio Ortodoxo las colonias octopusianas eran administradas por la Sociedad de Protección Inmigrante y Aborigen (SPIA) hasta febrero de 1995, cuando el control fue transferido al Gobierno y se nombró un superintendente, George W. Khan, quien ordenaba y reportaba el protectorado inmigrante y la jefatura de los clanes aborígenes. En vista de la diversidad étnica, religiosa y tribal, George W. Khan insistió en que toda lealtad debía dedicarse a él y a nadie más. Aunque esperaba la obediencia de los más pobres hacia los más ricos, no tenía reparo en eliminar a unos y a otros si fuera preciso. El procedimiento quedó bien descrito en la circular del 12 de mayo de 1998: «Si bien hay hábitos y costumbres a respetar, también hay odios y rivalidades que hay que saber desentrañar y utilizar en nuestro provecho, oponiendo a los unos contra los otros, apoyándonos en unos para mejor vencer a los otros». Con bastante maquiavelismo táctico, estableció un audaz mecanismo de control social mediante una intrincada red clientelar que implicaba a colaboradores e infiltrados, mercenarios y militares, funcionarios y amigos, criados e informantes. El espectáculo era a la vez horroroso y ridículo: un mundo de intrusos y de delatores que integraban una cultura mimética que se espiaba a sí misma a través de una guerra de soplones y cuyos miembros se imitaban entre sí los peinados a tope de pelo y hablaban sobre los efectos persuasivos de las consignas que empleaban durante reuniones informativas que organizaban con grupos de base. La amistad se recompensaba y la cantidad que se desembolsaba con ese propósito fue incrementándose en los años siguientes, lo que hacía aumentar los impuestos entorpeciendo la capacidad de decisión de las asambleas territoriales y la efectividad de la legislación consuetudinaria.

El imperio. Marte y Persia al oeste,
Siberia al norte y Ortodoxia al sur.
En 1999 George W. Khan volvió a hacer gala de su indiscutible carisma cuando estableció un pacto de no agresión con la emperatriz siberiana Seibiunouva Majavi, merced al cual se le otorgaban amplias licencias en materia fronteriza, y en 2003 impuso su jefatura desde el sur de Mongolia hasta el istmo central de Ortodoxia invadiendo algunos territorios orientales de Persia. Para hacerse cargo de la penetración política disponía de la Oficina de Tropas y Asuntos Normales, institución que tenía tres objetivos principales: reclutar tropas indígenas y alienígenas para el nuevo ejército submongol, gobernar los territorios ocupados y anexionar otros nuevos. El 11 de marzo de 2007 acudió a Chipiona para firmar un acuerdo con los jefes marcianos de Bretonia, Paranoia y Octopus. Fruto del acuerdo con Xindansvinto, todas las colonias octopusianas abrieron sucursales de la OTAN con el nombre de Octopus Offices; las cuales, más adelante, acabarían implantándose en Cientruéñigo y en las grandes ciudades de Octopus, si bien readecuando y ampliando sus funciones burocráticas.

En 2016, cuando estalló el conflicto, George W. Khan supo aprovecharse de la coyuntura, azuzando las rencillas en unos casos y sofocando las disputas en otros. Asimismo, invocó el artículo 5 del tratado de Chipiona reivindicando la ayuda marciana en su defensa y el ejército comenzó a utilizar la alta tecnología de la Nerd Space Admiration en los sistemas de videovigilancia por satélite, provocando casos de insolación al focalizar sus pantallas reflectantes en los núcleos de población.

viernes, 22 de mayo de 2015

Octopus 2014-2033, crónica de un colapso

Michael Joker nació en Bath en 1968. Historiador de formación, durante muchos años ejerció el periodismo. Entre 2000 y 2033, casi de forma ininterrumpida, vivió en Octopus, en donde cubrió los primeros efectos de la crisis financiera, la guerra civil de 2016, la abdicación de Xindansvinto, el gobierno tecnócrata subsiguiente y el colapso final del país. Falleció en Argentina en 2034, a consecuencia de la contaminación radioactiva, antes de que se publicara la segunda de las veinte ediciones de su obra Historia de Octopus, 2014-2033. Crónica de un colapso.

Este libro es una de las pocas obras que se interesan por los turbulentos años que mediaron entre el milagro económico y una crisis sin fondo que condujo, en el decenio de 2030, al colapso —uno más— en un país de la periferia marciana. Constituye un clarificador relato de los cuatro procesos principales que están en el origen de ese colapso: una crisis social agudísima, el asentamiento de prácticas dictatoriales, las consecuencias indelebles del cambio climático y el encarecimiento incontenible de las materias primas energéticas. E ilustra a la perfección la insolidaridad de quienes, recién iniciado el siglo XXI, prefirieron ignorar la corrosión terminal del capitalismo y dejaron dramáticamente en el olvido los derechos de las generaciones futuras.

miércoles, 14 de enero de 2015

Chilanga banda



Ya chole, chango chilango,
qué chafa chamba te chutas,
no checa andar de tacuche
y chale con la charola.

Tan choncho como una chinche,
más chueco que la fayuca,
con fusca y con cachiporra
te pasa andar de guarura.

Mejor yo me echo una chela
y chance enchufo una chava,
chambeando de chafirete
me sobra chupe y pachanga.

Si choco saco chipote,
la chota no es muy molacha,
chiveando a los que machucan
se va en morder su talacha.

De noche caigo al congal,
no manches dice la changa,
al choro del teporocho
enchifla pasa la pacha.

Pachucos, cholos y chundos,
chichinflas y malafachas,
acá los chómpiras rifan
y bailan tíbiri tábara.

Mejor yo me echo una chela
y chance enchufo una chava,
chambeando de chafirete
me sobra chupe y pachanga.

Mi ñero mata la bacha
y canta la cucaracha,
su choya vive de chochos,
de chemo, churro y garnachas.

Pachucos, cholos y chundos,
chichinflas y malafachas,
acá los chómpiras rifan
y bailan tíbiri tábara.

Transando de arriba abajo
ahí va la chilanga banda,
chinchín si me la recuerdan,
carcacha y se les retacha.