miércoles, 26 de enero de 2011

El origen del nuevo mundo

Desde tiempos inmemoriales los hombres han soñado con la existencia de países fabulosamente ricos más allá del horizonte. Durante generaciones los rapsodas lusitanos cautivaron a las gentes con sus recitaciones inspiradas en los viajes de los primeros reyes allende los mares. Al contrario de lo que muchos temían, era posible navegar miles de kilómetros en sus primitivas barquillas, consistentes en un armazón de madera y mimbre forrados en piel de buey, y, sin precipitarse en los abismos, alcanzar los confines del mundo.

Al igual que en Atlántida, donde sin embargo aún perdura el nomadismo, al norte de Lusitania las antiguas tribus nómadas comenzaron a formar confederaciones. En algunas había reyes. Lo mismo que en Corcos y Batecia, el jefe militar supremo aspiraba ya a la tiranía, lográndola a veces. Aunque estos usurpadores afortunados no ejercían, ni mucho menos, el poder absoluto, comenzaron a romper las viejas costumbres ligadas al comercio itinerante de mero trueque de enseres y favores, y construyeron el primer asentamiento perenne como base de sus expediciones de rapiña: Gallaecia; que enseguida pasó de ser un poblado fortificado que guarecía unas pocas y diseminadas casas de piedra y barro a ser un vasto territorio con una cada vez mayor población sedentaria, y que con el paso de los siglos daría lugar al Reino de Alicia.

Una institución favoreció el advenimiento de la monarquía: las mesnadas. Un jefe guerrero famoso juntaba una banda de gente moza ávida de botín, obligada a tenerle fidelidad personal. Como estas compañías no podían mantenerse en estado de cohesión sino por medio de continuas guerras y saqueos, propiciaron el inicio de la ruina de la antigua libertad popular. Sin embargo, allá donde iban con sus tropas no sólo arrasaban y hacían esclavos, sino que forjaron nuevos asentamientos desde donde acometer sus excursiones de conquista: Hibernia y Armórica, gérmenes de lo que con el advenimiento del Imperio Marciano constituiría una de sus federaciones más conspicuas: Bretonia.

6 comentarios:

  1. Me gustan estas lecciones de historia, Majestad, no comentaré más porque yo he tenido hoy que realizar expediciones a lugares lejanos´(donde he disfrutado de una excelente conversación, por cierto) y me encuentro cansado hasta el extremo de no poder juntar apenas las palabras que ahora escribo.
    Así pues me retiro a mis aposentos con un gracioso arabesco dibujado en el aire y dedicado, oh soberano de las repúblicas marcianas.

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  2. mi cansancio me llevó a no terminar el mensaje y enviarlo inacabado, lo intento de nuevo:
    "...y dedicado, oh soberano de las repúblicas marcianas, a vos"

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  3. La ilusion reproducion este texto en mi mente quiza sea desmedida al leer la palabra Gallaecia. Ademas me gusta el pueblo Breton, será por los comics de Asterix. Gran texto ¡Por Tutatis!

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  4. Seguimos aprendiendo Majestad, excelente lección de Historia. Yo como ACAPU, mi agotamiento no permite decir más palabras.

    Retirome a mis aposentos , donde me esperan sueños embriagadores.
    Salud Majestad

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  5. Yo hay algo de lo que si me he dado cuenta, en estos últimos comentarios y en algunos anteriores. Vuestros seguidores quieren aprender. Y estudian mucho, ¿eh?. Estudian mucho para comprenderos, aún tras el velo de lo que pudiera provocar vuestra jocosidad.

    Me ha hecho especial gracia lo de Hibernia y Armónica, ya le explicaré porque, jajajajajajaja.

    El más grande los besos para el más especial de mis principes.

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  6. Oh, estimados huéspedes, cuan gratos son sus halagos aun a sabiendas de nuestro merecimiento! Sepan que están siendo privilegiados al tener conexión directa con el futuro ¡y con una realidad de otra dimensión!, pero no se limiten a escuchar y tomar apuntes... Anímense a colaborar en nuestras indagaciones, hagan sus aportaciones sin reparos. A nosotros, como bien saben, se nos agota el tiempo y ustedes aún tienen 25 años por delante. Disfrútenlos, y loados sean.

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Cualquier cosa que nos diga es una gran aportación. No se modere, nosotros no lo hacemos. Utilice los medios a su alcance, sus expresiones más bizarras (no importa como entienda esto). Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Rompa el aislamiento.